miércoles, 17 de febrero de 2016

EL MACHISMO MATA.







Yo era la inútil, la hija de puta era yo, la exagerada, la cabrona, la estúpida, la culpable era yo.
Cada lunes un ramo de rosas sobre la cama. Sería su perdón, su manera de tapar el cardenal que me provocó, era tan rojo como las  flores y tan sucio como el motivo por el que las compró. Una rosa por cada bofetada, un clavel por cada moratón y un "Te quiero" hipócrita mientras me suplicaba que no le abandonara.
Era de él, su propiedad, su pertenencia, su manera de definirme, vivía bajo su tutela sobre la pared del miedo, sobre la sombra violenta.
Me maquillaba para ocultar aquel rostro, apagado por los gritos y consumido por el llanto,solo yo conocía mi historia, me engañaba, ingenuamente y cegada aún tenía la esperanza de que la bestia se transformara.
Me decía que iba a cambiar, me amaba, me quería, me idolatraba, me compraba la luna y las estrellas y envolvía sus palabras aún a sabiendas de que esas promesas se desvanecían en el momento en el que las promulgaba.
Aislada, mis amistades perdidas, mi familia olvidada, era para él, era su esclava, aún recuerdo sus palabras "Si no eres mía, no serás de nadie" "Si te vas, pienso matarte"
Y volvió el lunes, maldito día, la bestia no cambiaba. Ya no eran marcas, solo quedaban los trozos rotos de mi alma. Olía a flores como siempre, las margaritas, las rosas, los claveles , todas ellas conjuraban un aroma que aún me daba esperanza. Quise levantarme y no pude, quise gritar a la vida y me tropecé con la muerte, ya no estaba sobre mi cama, mi mente no era consciente e incrédula contemplaba que mi cuerpo estaba sobre mi féretro y que yo, ya yacía en muerte.
Esta es la historia de Laura, también la de Marta, la de Patricia, Carmen, Águeda, María, Paula. Esta es la historia de aquellas mujeres que han sido asesinadas por sus parejas, maridos, novios y que han sufrido en primera persona la violencia Machista, porque yo no les olvido, porque la sociedad no debe olvidarlas.